Entrenamiento del cuerpo para las artes: una mirada y algunos postulados

Cristhian Pastrana

«Un cuerpo no está vacío. Está lleno de otros cuerpos, pedazos, órganos, piezas, tejidos, rótulas, anillos, tubos, palancas y fuelles. También está lleno de sí mismo: es todo lo que es».

Jean Luc, Nancy. 58 indicios sobre el cuerpo, 2007.

Cuerpo

El cuerpo. La unidad física que poseemos para movilizarnos por el mundo y percibirlo. Un grupo de células forman un tejido; un grupo de tejidos forman un órgano; un grupo de órganos forman un sistema y varios sistemas se juntan para finalmente constituir lo que denominamos el —nuestro— cuerpo. Vale aclarar, sin embargo, que se trata de un todo que va mucho más allá de solo señalar que es el resultado de la suma de cuantiosas partes.Si nos quedáramos con esta breve descripción, seríamos muy mezquinos.

Lo que corresponde es mantener una consciencia clara de la complejidad del cuerpo y, por lo tanto, sostener la atención y cuidados que merece, pues se trata de nuestra propia existencia física, con la cual podemos generar diversas maneras de movernos por el mundo que nos rodea. Arrastrarse, balancearse, rodar, gatear, caminar, correr, saltar, coger cosas, lanzar otras, y más acciones que iremos descubriendo y aprendiendo a lo largo de nuestras vidas mientras vamos avanzando en edad y experiencias. El cuerpo es receptor, a través de los sentidos, de absolutamente toda la información con la cual viabilizamos una interpretación de nuestro entorno, de nuestra realidad: sentir, mirar, oler, degustar, oír. Por otro lado, no solo cumple funciones fisiológicas, perceptivas o de desplazamiento, sino también comunicativas. Una mirada, un gesto, una postura, un desplazamiento con una determinada velocidad, una acción específica, la voz, por manifestaciones mínimas que sean, pueden expresar muchísimo y en eso radica su gran poder.

Una de las capacidades inherentes del cuerpo, mediante la cual consigue hacer tanto, es el movimiento. Dado que se manifiesta de manera espontánea, intuitiva, posiblemente muchas veces olvidamos que el movimiento es también una necesidad que se debe atender, tanto como alimentarnos o descansar, para promover nuestra salud física, emocional y mental. Si cada elemento existente dentro del universo posee y se encuentra en constante movimiento, nuestro cuerpo no podría ser la excepción. Entonces, si nuestro cuerpo es una entidad que así como las estrellas está en constante movimiento, consciente o inconscientemente, de forma voluntaria o involuntaria, no hay nada más pertinente que brindarle la oportunidad de moverse para su bienestar.

Entrenamiento Grotowski. Actores Antoni Jahołkowski y Ryszard Cieślak en el Teatro Laboratorio de 13 Filas, ciudad polaca de Opole, 1964. El nombre ’13 filas’ se refiere a la cantidad de filas de sillas que podrían caber en el espacio que obtuvieron, que medía 72m². Fuente: https://grotowski.net/en/media/galleries/training-laboratory-theatre-opole-1964-15

Manifestación inminente

Mover el cuerpo y comunicar a partir del cuerpo, así como las innumerables variables que pueden surgir de la interacción de ambas manifestaciones, ha sido aprovechado por los seres humanos desde tiempos inmemoriales; nos ha permitido no solo expresarnos sino también sobrevivir. Con un solo gesto le puedo indicar a mi tribu que se detenga y, a la vez, con un solo gesto puedo compartir mi alegría. Con el transcurso del tiempo, explorando, aprendiendo y profundizando en el empleo del cuerpo, fueron surgiendo las primeras materializaciones de lo que hoy conocemos como teatro, danza, circo o performance.

Si nos referimos a las artes escénicas, evidentemente, el cuerpo se convierte en nuestra principal materia prima, nuestra herramienta e instrumento; literalmente, nuestra existencia en el escenario. Ya sea que lo expongamos directamente o mediante sombras, que manipulemos títeres o marionetas, que solo utilicemos la voz para ser oída, o la imagen de una proyección o video, necesitamos y hacemos uso de nuestro cuerpo. Este cuerpo, entonces, requerirá preparación y cuidado dependiendo de lo que se quiera hacer o comunicar como intérprete: desde realizar dos saltos mortales en la báscula a estar sentado durante toda una función, siempre tendremos que preparar nuestro instrumento interpretativo, ya que estamos en el escenario viviendo una experiencia extracotidiana.

Entrenamiento Meyerhold. Ejercicios de Biomecánica. Fuente: http://www.hunter.cuny.edu/classics/russian/courses-1/drama

El cuerpo y su movimiento en el teatro

 En atención a este propósito de acondicionar nuestro cuerpo para el escenario, en el arte teatral encontramos diversas propuestas de varios maestros cuyo legado es importantísimo para la formación de artistas escénicos en el mundo. Grotowski y su Teatro Pobre, Lecoq y su Teatro Físico, Meyerhold y su Biomecánica, Laban y sus Esfuerzos, por citar algunos, han planteado sistemas de trabajo significativos.

Podríamos explayarnos mencionando algunos detalles de la pedagogía y didáctica de cada una de estas prácticas, pero esto no forma parte de los objetivos del presente ensayo; resulta pertinente, más bien, mencionar otro aspecto que también considero importante: el acceso a este conocimiento. Lamentablemente, en el Perú vivimos en un contexto donde todavía es complicado acceder a una formación enmarcada dentro de los sistemas de los grandes maestros. Sin desmerecer el trabajo de muchos artistas colegas que hacen denodados esfuerzos por la difusión y transmisión de estos saberes, lo cierto es que aún queda mucho tramo por recorrer.

Hay múltiples factores que entran en juego cuando una persona decide dedicarse al teatro y empieza a buscar donde formarse: el aspecto económico, el acceso a la información —con la que muchas veces no se cuenta, lo que deriva en desconocimiento—, o la ubicación geográfica, entre otros. En cuantiosas ocasiones, si se quiere aprender alguna técnica artística eficientemente, de alguna manera solo queda “tener suerte”. Por ejemplo, quienes vivan en algún distrito de la periferia de Lima podrían considerarse afortunados si se establece una asociación cultural en la zona, o si por lo menos llega al colegio un profesor capacitado. Debemos considerar también lo que sucede en el interior del país, ¿qué pasa en las provincias más distantes con todos los jóvenes que desean ser actores o actrices?

Por otro lado, si tenemos el privilegio de poder acceder a una formación profesional en alguna escuela, asociación cultural, compañía o agrupación, probablemente esto no nos garantice que en efecto tengamos una formación corporal consistente y acorde a nuestras necesidades físicas. Los maestros de estas instituciones deben tener en cuenta que no basta con las ganas o la buena voluntad de “enseñar” por “repetición” lo que se aprendió. Para poder transmitir un conocimiento hace falta estudio, formación y experiencia; aprender, pero también aprender a enseñar. Claro que existe una urgencia, una necesidad de multiplicar el conocimiento, pero quienes educamos los cuerpos debemos hacerlo con mucho cuidado ya que se trata de nuestra principal herramienta de trabajo como artistas escénicos; y sobre todo, hay que ser conscientes de qué tan preparados estamos para enseñar antes de asumir dicha responsabilidad.

No basta con indicarle al estudiante “ya lo viste, ahora repítelo”, o solo darle una determinada premisa “para que se mueva”, también habrá que brindarle acotaciones técnicas básicas y necesarias para un buen desempeño, guiarlo o guiarla para que tenga claro dónde debe apoyar las manos, dónde ubicar y trasladar el centro del cuerpo, hasta dónde desplazar su peso, etc. Así evitaremos frustraciones, lesiones e incluso pérdida de tiempo; esto último porque si bien es cierto que la repetición es una herramienta útil e ineludible, su uso excesivo, que además suele no comprometer el análisis de una determinada acción o movimiento, finalmente puede generar retraso en un proceso. Esto sucede cuando el encargado de la materia no tiene un conocimiento profundo que ofrecerle al ejecutante; entonces, no le quedará otra opción más que indicarle que repita el mismo ejercicio todas las veces posibles, una y otra vez. Hacer que un joven artista aprenda a realizar un rodamiento hacia adelante, el famoso “volatín” o “volantín”, es un ejemplo claro y común de esto que estamos señalando. Existe una técnica y un proceso acordes a las necesidades corporales de cada persona, pero si al estudiante solo le muestro “cómo moverse” y le digo que lo repita las veces que sea necesario “hasta que le salga”, nada garantiza que realmente lo pueda conseguir, y esta deficiencia, finalmente, no será responsabilidad de quien pretende aprender, sino de quien pretende “enseñar”.

Como artistas escénicos es muy importante tener en cuenta que resulta imprescindible la preparación de nuestro cuerpo como instrumento interpretativo; así mismo, considerar que este proceso se realice en concordancia con nuestras necesidades físicas. La responsabilidad de velar por dicha formación nos pertenece. Por este motivo, sugiero a todos los jóvenes que están iniciándose en su formación artística, que investiguen mucho acerca de cómo está estructurado y cómo funciona su propio organismo; y que también cuestionen, observen y exijan a sus profesores si perciben en algún momento cierto descuido o dejadez.

Hay que percatarnos también de que la preparación de nuestro cuerpo no solo involucra el aprendizaje y el entrenamiento, sino que esto se complementa con un correcto descanso y adecuada alimentación. Generar nuevos hábitos saludables nos ayudará a cuidar nuestra salud, tener un proceso más eficiente y que nuestra formación física se sostenga en el tiempo. Con respecto a la alimentación, no se trata necesariamente de censurarse, pero sí, por lo menos, debemos tener un orden y consciencia de lo que se consume, investigar los beneficios de comer determinado alimento, y reconocer qué cantidades ingerir preferiblemente. Comer para sentirnos bien es válido; pero también, brindarle a nuestro cuerpo lo que realmente necesita. Además, recordemos siempre incluir en nuestra programación diaria de actividades los momentos necesarios para alimentarse. Y hago hincapié en este aspecto porque en los últimos tiempos cada vez es más recurrente escuchar o mencionar que “no tengo tiempo para comer”, cuando en realidad debería ser lo primero a tener en cuenta al planificar nuestro día porque, literalmente, los alimentos son los insumos con los que mantenemos y sostenemos nuestro cuerpo, que como ya sabemos, es nuestra principal herramienta de trabajo.

Si deseas convertirte en un artista escénico eficiente, pues trabajarás para tener un instrumento —tu cuerpo— bien afinado, según tus necesidades; entrenarás, descansarás y alimentarás tu cuerpo correctamente, aceptándolo y queriéndolo tal como es.

El viaje del Ukuko. Unipersonal interpretado por Cristhian Pastrana y dirigido por Carlos Santos Becerra, 2020. Fotografías de Brunella Nosiglia

El entrenamiento desde otros puntos de vista

Tuve la gran oportunidad de estudiar la carrera profesional de Educación Física en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Así pude acceder a un conocimiento que me ayudó a nutrir y fortalecer mi formación artística; además que el contexto universitario me permitió compartir con más compañeros y colegas del campo del arte, o con profesionales de otros ámbitos como el deporte. Durante estos años formativos, aprendí un aspecto del trabajo físico que en el mundo artístico no está del todo posicionado aún, y que tiene que ver con el cuidado del cuerpo: prestarle atención a las lesiones.

Cuando se presenta una molestia o lesión, la principal recomendación es hacer un alto a  las actividades, con un tiempo estimado según la gravedad, y asimismo buscar ayuda profesional. Pero en las prácticas escénicas, reiteradas veces sucede lo contrario. En varias ocasiones he sido testigo de frases como “me duele, pero seguiré ensayando porque es mi compromiso”. Evidentemente, se trata de actitudes que romantizan situaciones imprudentes como seguir asistiendo a clases o seguir ensayando a pesar de padecer una lesión; y lo que es peor aún, estas posturas las refuerzan muchas veces los mismos maestros o directores, demostrando que no existe una consideración por cuidar la integridad del instrumento primordial del artista, su cuerpo.

Primero, entonces, el cuidado. Segundo, la exploración interdisciplinaria. Considero importantísimo, tanto para alumnos como maestros, que se nutran de otros lenguajes de movimiento a los que puedan acceder, que intercambien con profesionales de diversas disciplinas. Esto ayudará a fortalecer e incrementar sus conocimientos. Para un actor será muy enriquecedor aprender algo de danza, circo o algún deporte como artes marciales, entre otros; también, dialogar con entrenadores, maestros de Educación Física, psicomotricistas, etc. Siempre hay algo nuevo para asimilar. Con la posibilidad de explorar otras experiencias de movimiento, las capacidades del actor o actriz crecerán enormemente; comprenderá, por ejemplo, cómo apoyar correctamente la mano en el piso o cómo realizar el movimiento de retroversión de cadera, podrá corregir posturas o ejecutar patrones de movimiento, etc. Como se dice popularmente, “todo suma”.

Modelo de clase

A continuación voy a compartir, desde mi perspectiva, un modelo general de clase presencial de trabajo físico para la formación de artistas. Probablemente, en algún momento hayan tenido una sesión parecida, pero consideremos ahora ciertas observaciones. La estructura básica se divide en tres fases: Activación, Parte principal y Vuelta a la calma.

  • Fase Activación o, comúnmente llamada, Calentamiento. Es aquella fase inicial en la que vamos a predisponer nuestro cuerpo hacia el trabajo que se realizará durante toda la clase. Personalmente, prefiero denominarla Activación, ya que esta palabra señala con mayor exactitud lo que se realiza. En esta fase, se le va “avisando” a nuestro cuerpo que lo queremos “activo”; con el sucesivo avance de los ejercicios iremos incrementando de manera progresiva el ritmo de funcionamiento de nuestro corazón y pulmones, mejorando la irrigación sanguínea a los músculos, lubricando las articulaciones y predisponiendo adecuadamente a los demás órganos, ya que vamos a trabajar extracotidianamente. El “calentamiento”, que es la elevación de la temperatura corporal, se presenta como consecuencia natural del trabajo realizado. Considero importante aclarar esta perspectiva en la manera de abordar nuestro trabajo físico durante la primera parte de la clase. Si el objetivo de ese momento se concentra en “activar” el cuerpo, la premisa será mucho más amplia y completa; en cambio, si nos preocupamos solo por “calentar” —es decir, elevar la temperatura y nada más—, posiblemente descuidemos que el cuerpo entero esté comprometido, ya que el haber “calentado” no garantiza un cuerpo correctamente activo y listo para la clase. Se trata de un detalle, apenas un cambio de premisa cuando se da la indicación de empezar el entrenamiento; sin embargo, este pequeño cambio ofrece una perspectiva integral que nos permitirá tener un mejor rendimiento, e incluso prevenir lesiones. Duración: 20% del tiempo de duración de la sesión.
  • Parte principal. Se denomina así aquella fase del entrenamiento donde el maestro impartirá a los estudiantes el tema (o los temas) que desea transmitir como aprendizaje. Ya lo he señalado y vale la pena repetirlo: es muy importante que el maestro esté siempre listo y dispuesto a transmitir el conocimiento de manera asertiva y eficiente. Sea cual sea el método de enseñanza que use, debe orientar, acompañar, observar y absolver las dudas que surjan en el camino. Su responsabilidad también consistirá en intervenir físicamente, de ser necesario, con una toma, empuje o apoyo. En este aspecto, tiene importancia también su indumentaria. Resulta contradictorio —desde mi perspectiva— dictar un curso que involucre movimiento corporal, vistiendo ropa no acorde a la actividad física o usando accesorios que no brinden la comodidad necesaria para cuando se quiera dar un ejemplo de ejecución o ayudar a un estudiante. Duración: 70% del tiempo de duración de la sesión.
  • Vuelta a la calma. Última fase del entrenamiento; su propio nombre indica lo que se quiere conseguir en este momento, justamente volver a la calma, hacer que el estudiante retorne de manera progresiva a su cotidianidad para que no se retire de la clase sobreestimulado o con las pulsaciones aceleradas. Además de desarrollar las actividades necesarias que nos ayuden a retomar el sosiego, también se puede aprovechar esta fase para seguir aprendiendo o seguir reforzando capacidades, por ejemplo, si se realizan ejercicios de flexibilidad o respiración, entre otros. Y si en alguna clase no se llevara a cabo este momento final del entrenamiento, tal vez por falta de tiempo, te recomiendo, estimado o estimada estudiante, que trates de encontrar por lo menos un par de minutos para realizarlo de todas maneras. Tu cuerpo te lo agradecerá. Duración: 10% del tiempo de duración de la sesión.

La distribución de tiempos podría variar según el objetivo de la sesión, características del espacio, grupo de trabajo o alguna circunstancia que se presente, pero en general, los porcentajes indicados nos brindan una referencia estándar que nos ayudará a mantener el orden de forma eficiente.

Por último, vuelvo a enfatizar la idea de que el maestro permanezca durante toda la clase con predisposición extracotidiana, con la mirada y la escucha multiplicadas, y el cuerpo listo para intervenir. Evidentemente, también debe estar vestido con una adecuada ropa de trabajo, ya que se predica con el ejemplo. A partir de detalles elementales como la indumentaria utilizada en clase o la puntualidad, se ponen de manifiesto el interés o la voluntad que se tienen para el trabajo.

Clases virtuales de Bienestar en Movimiento. A cargo de Cristhian Pastrana, 2020.

La nueva realidad

Ya que hemos realizado una revisión rápida de un modelo de clase presencial, corresponde ahora observar cuáles serían las implicancias en una clase de modalidad virtual.

A nivel de estructura, la clase virtual puede seguir la misma distribución, pero teniendo en cuenta las nuevas necesidades surgidas por el cambio de canal comunicativo. Como cada uno está en su casa, tanto maestro como estudiantes deberán verificar que el espacio donde van a desarrollar las actividades sea el óptimo, o en todo caso, tomarse un tiempo para hacer los ajustes necesarios (mover muebles, adecuar la iluminación, etc.). Lo principal es velar por la integridad física de los estudiantes, por ello se han de seleccionar actividades que no impliquen mayor riesgo. En ese sentido, para conocer su estado físico, el maestro también puede elaborar un estudio previo; por ejemplo, un formulario donde los estudiantes completen datos como su historial de salud.

Si en una clase presencial el maestro observa con esmero, acompañando así el proceso de enseñanza-aprendizaje, pues ahora tendrá que multiplicar esos esfuerzos, ya que solo es testigo de lo que sucede mediante una pantalla. Por ello, plantear acuerdos entre maestro y estudiantes resulta sumamente importante para que la dinámica de la clase se desenvuelva de la mejor manera posible. En el caso de que alguien no comprenda alguna indicación, por ejemplo, debe manifestarlo para que el maestro enfoque su atención en esa persona; y si varios estudiantes tienen dudas, pues habrá que enfocarse en cada uno de ellos. Es importante invertir tiempo y esmero en el monitoreo para evitar ejecuciones incorrectas que a la larga puedan derivar en golpes o lesiones. Todos los esfuerzos son bienvenidos para que las sesiones sean fructíferas y a la vez saludables. Entonces, cuidar la integridad de los estudiantes y del maestro se convierte, como podemos observar, en el factor común más importante de ambas modalidades.

Presente y adaptación

En nuestro contexto, abordar el entrenamiento del cuerpo ha venido ganando terreno poco a poco, tanto en el teatro, la danza, el circo, etc. Sin embargo, dada la coyuntura mundial a causa de la emergencia sanitaria que afrontamos, este avance que se venía dando ha sufrido un retroceso, una reducción en su celeridad, por no decir que se ha detenido casi completamente. En definitiva, si existe la posibilidad de que la situación actual implique no solo un decrecimiento en el rendimiento físico de los artistas, sino también una variación en sus hábitos, por otro lado, también es posible esperar que nos adaptemos cada vez más y que podamos seguir avanzando en el entrenamiento a partir del movimiento, así como en el crecimiento de las capacidades de nuestra materia prima, nuestro cuerpo. Este segundo camino es el que, seguramente, todos nosotros como artistas escénicos estamos empeñados en seguir. Esperamos que así sea, y por qué no decirlo, ya hemos dado hace buen tiempo los primeros pasos para que suceda.

Cristhian Pastrana

Perú

Licenciado en Educación Física por la UNMSM, con especialidad en Preparación Física; estudió Actuación en la ENSAD y distintos talleres como Formación en Circo Social, a cargo del Cirque du Soleil, La Tarumba y el Fondo Multilateral de Inversiones del Grupo BID; Comedia del Arte en La Tropa del Eclipse; Improvisación en la Asociación Cultural Diantres, entre otros. Ha sido docente en varias instituciones, y es profesor de circo en La Tarumba. Fue integrante de la Compañía de Danza Teatro Adú Proyecto Universal, con quienes ha representado al Perú en múltiples festivales de danza y el FAEL. Es intérprete del espectáculo unipersonal El viaje del Ukuko, dirigido por Carlos Santos Becerra, con quien ha fundado el colectivo de arte contemporáneo “Materia Prima”. Asimismo, ha integrado el equipo de asistencia técnico-pedagógica para la elaboración de contenidos de los programas Aprendo en Casa para radio, de este verano 2021. 

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